Larry Mullen Jr: Saltando a una plataforma diferente

Después de 36 años como "plomero" de U2, Larry Mullen Jr quiere probar suerte en la actuación, pero protagonizar el contrincante de Donald Sutherland en "Man On The Train" fue un salto a lo profundo, se lo cuenta a Tara Brady.

Es un fresco día de enero y Larry Mullen Jr. y yo dejamos nuestras respectivas moradas (la de él es mucho más grande) y nos dirigimos a Clontarf Castle. Teniendo en cuenta sus buenos pómulos: a los 51, ingresa por la puerta e instantáneamente es reconocido como "el muchacho" de U2.

Él es fácil de encontrar y aun se desliza dentro y afuera del recinto, inadvertido y sin ser molestado. Curioso. Quizá ayude que sea un lugareño. Aunque Artane fue donde creció, Howth, su actual código postal, fue el lugar "para los exploradores, pescadores y busca novias."

"Nunca me imaginé viviendo en otro lugar," dice.

Por otra parte tal vez se ponga a vagar libremente porque él es el tipo de atrás. O, como modestamente dice, "el 'cállate y toca algo' de atrás."

¿Conocerá alguna broma buena de baterista? Larry ciertamente sí. En los 36 años que hace desde que fundó a U2, ha tenido la oportunidad de construirse un considerable repertorio de chistes relacionados a la percusión.

"El problema de estar en el fondo," dice, "es que la gente asume que uno es unidimensional. Todos saben sobre el guitarrista y el cantante. El bajista es el mejor de todos. Tienen nobleza." Sonríe. "En la próxima vida quiero volver como un bajista."

Entonces, una vez más, con cariño: ¿Cómo sabes cuando el escenario está nivelado? "Porque el baterista está babeando de ambos lados de su boca," dice sonriendo. "Sí. Los he escuchado a todos. Pero no me hacen reír."

Nos dice con frecuencia, no solo en las antiguas ocurrencias de Neil Peart, que los bateristas son una raza diferente. Un ejemplo: mientras grababan "All That You Can't Leave Behind", Mullen y el productor Brian Eno tenían lo que anteriormente se llamaban las pistas "ida y vuelta" generadas por computadora. Días después Eno descubrió que el baterista había, de hecho, encontrado una discrepancia de unos dos milisegundos. El incidente inspiraría a Eno a colaborar con el neurocientífico David Eagleman en la investigación de los bateristas y su "tiempo cerebral."

"Esa historia es verdadera," asiente Mullen. "Creo que encontraron algo como un 60-40 a favor de los bateristas y su capacidad para captar el tiempo. Es algo que solo algunos bateristas desarrollan. Si algo esta fuera de tono lo escucharé y si le pones música encima de algo que esta fuera de tiempo nunca va a estar en tiempo. Entonces Eno tuvo que llamarme y decirle, 'se que estaba en lo correcto.' Pero solo Eno podría dejar el estudio y llamar a su neurocientífico amigo. Solo Brian Eno tendría un neurocientífico amigo."

Efectivamente: conociendo a Larry Mullen Jr., uno puede creer, en la manera más agradable posible, que los bateristas realmente son diferentes. Por un lado, es difícil de imaginar un líder de banda manteniendo a la línea de Mullen en el auto desprecio. No hace muchas entrevistas individuales, dice, "porque nadie quiere oír lo que un baterista piensa."

"Tal vez no confío mucho en mi propia habilidad de articular lo que está sucediendo. Y soy muy conciente de que a veces, cuando estoy mirando una entrevista a una banda, incluso yo no quiero escuchar lo que el baterista piensa. Quieres escuchar sobre las letras y la melodía. Esa es la crema. Lo que Adam y yo hacemos es el relleno. Puede ser interesante para nosotros pero no es tan agradable como la crema." Dice sonriendo. "Perdón, esa es probablemente una analogía de mierda."

Hasta ahora, Larry Mullen Jr. ha estado perfectamente en su plataforma, a distancia de la plataforma 360º diseñada por Willie Williams. En gira, raramente se aventura hacia adelante excepto a la oscuridad con un djembe o bongos. Vive, como un baterista puede hacerlo, silenciosamente y casi invisible con Ann, su compañera de unos 30 años, y sus tres hijos, Aaron, Ava y Ezra.

"Soy absolutamente una basura siendo una estrella de rock," admite. "Soy una de las peores estrellas de rock que conozca. Me encanta estar en casa con mis niños. No hay drogas. Ni siquiera hay rock and roll sonando. Me gusta estar en la ruta por un corto período de tiempo. Pero no soy un animal del rock and roll." El está feliz en la parte de atrás. No anhela una atención adicional. "¿Conoces el término, 'Salpícame, yo también estoy aquí'? Yo no necesito eso," insiste.

Él es, en consecuencia, probablemente el último miembro de U2 que uno esperaría encontrar en una película. ¿Cómo cuernos es que terminó en el rol protagónico de la película "Man On The Train" de la directora Mary McGuckian?

"Fue un poco impactante," dice Mullen, que había firmado inicialmente por un pequeño papel. "Ya había hablado con Mary luego de trabajar en el video de 'Electrical Storm' con Samantha Morton. Pensé que podría intentar un cameo o producir una película. Eso fue en realidad algo que me dijo Bono. Él dijo, 'Si vas a hacer una película, no importa cuan grande o chica sea, involúcrate con la producción. Entonces si eres realmente una basura tendrás oportunidades de cubrir tu trasero."

Dio la casualidad, que McGuckian, que ha dirigido anteriormente a Robert De Niro, Harvey Keitel, Kathy Bates, Jennifer Jason Leigh y una entera constelación de actores peso pesados, tenía grandes planes para el incipiente actor.

"Tras estar un par de semanas juntos me dijo que yo era el hombre del tren," recuerda Mullen. "Así que me volví y mi primer día estuve actuando con Donal Sutherland. Supuestamente le estoy enseñando cómo dispar en la escena. Y tengo mis brazos cruzados intentando no pensar que, 'Este es el tipo que hizo Klute y Don't Look Now.' Eso fue un salto a lo profundo."

La remake de McGuckian del drama "L’Homme du Train" de Patrice Leconte de 2002, cuenta una improbable semana compartida entre un profesor de poesía retirado (Sutherland) y un enigmático vagabundo (Mullen, en el rol una vez ocupado por la leyenda del pop francés Johnny Hallyday). Ambos hombres están contando los días hasta el siguiente sábado cuando uno se enfrente a una cirugía y el otro planeando robar un banco.

¿No puede haber sido fácil intentar mantener una fachada fría, zen, a través de uno de los rostros más expresivos del universo del cine, verdad?

"No lo fue," dice Mullen. "Donald en realidad habla sobre su rostro y lo que puede hacer con el. Creo que dice mucho de él que estuviera preparado para hacer una película conmigo. El me llevaba a un costado y me decía a veces que me apurara. O se inclinaba como un padre lo haría y te decía alguna palabra. No pudo haber sido fácil para él. Debió haber sido como trabajar con un bajista que solo conoce dos notas."

Mullen es característicamente humilde acerca de su importante papel, aunque está encantado de tener la película, repleta de sus contribuciones para llegar al resultado final, finalmente en la lata.

"Esta es una de las cosas más aterradoras que he hecho artísticamente," dice. "Cuando vi las tomas pensé 'bueno, es un poco embarazoso en algunas partes pero la he visto toda y no lo he hecho tan mal. No es todo el tiempo embarazoso.' Y si eso es todo lo que dicen estará feliz."

¿Me pregunto si es más fácil decirlo en playback? ¿Ha sabido en el pasado cuando la banda está en forma de dar el impacto? "Nunca puedes decirlo," dice Mullen. "Sucedió un par de veces en nuestra carrera y ni siquiera lo habíamos notado. 'The Joshua Tree' es un gran ejemplo. Todas nuestras estrellas estuvieron alineadas y no lo sabíamos. Hay una gran historia sobre Brian Eno intentando destrozar el multi-track de 'Where The Streets Have No Name' porque pasamos mucho tiempo preparándola, quería destruirla con una cuchilla. Costó mucho trabajo. Y entonces salió y ahí estábamos, 'Oh. Funcionó'."

"Mientras que con 'Achtung Baby' sabíamos que algo se estaba gestando. Cuando le dimos, cuando algo mágico sucedió, lo sabíamos."

Sin embargo, si hay una cosa que sí sabemos sobre bateristas, es que les gusta quedarse. Te puedes preguntar por qué a cuarta parte de los artistas multivendedores del planeta les apetece un cambio radical de carrera. ¿Es una locura? ¿O solo masoquismo?

"Hay un poco de eso en ello," dice. "Creo que quería golpearme. Quería tener una diferente clase de conversación. Quería, pensar, salir y trabajar con personas que no necesariamente tengan los mismos objetivos u opiniones que los míos. Eso suena a egocéntrico. Pero tiene más que ver con haber estado en un lugar de éxito por un tiempo largo y no querer darlo por sentado. La idea de hacer algo donde puedes caerte de culo no es algo que la gente generalmente quiera hacer. Pero realmente siento que debo hacerlo."

No está considerando un retiro temprano de su negocio de plomero, ¿verdad?

"Oh, aun quiero mantener el trabajo de día pero no quiero estar sentado por seis meses cuando no estamos de gira o grabando, cuando podría ir a producir una película en ese momento. Necesito estar disponible para hacer algo creativo. Físicamente, mi cuerpo ha sido golpeado. Porque hemos estado de gira por todos estos años, he tenido problemas desde la cabeza a los pies. Si un deportista está usando el mismo conjunto de músculos es un afortunado de salir sin lesiones perdurables luego de 10 años. Yo lo he estado haciendo por 35 años."

Es menos entusiasta sobre la idea de ser parte de un show prestigioso pero envejecido.

"Solo puedes hacer esto por el tiempo que tu música sea relevante y que la gente quiera escucharte. Lo que los Rolling Stones hacen es excepcional porque tienen un legado increíble. Pero si vamos a estar de gira a los 60 quiero pensar que será porque hemos sacado un disco tan bueno como para salir de gira. No quiero ser uno de esos músicos que quedan, cuando alguien de la banda desaparece, preguntándose: 'Bueno, ¿qué hacemos ahora?'"

"Man On The Train" se estrena esta semana en Dublín.